7.12.10

Contra el ruido

Hace unos días intervine en una jornada organizada por los amigos Jaume Estruch y Josep de Haro, de Percepnet. Expertos ellos en ciencias sensoriales, mi aportación al encuentro, bajo el título "Gastronomía acústica", se plasmó en algunas reflexiones, fruto mixto de la experiencia profesional y del copioso consumo de bares y restaurants que uno ha acumulado a lo largo de los años. De lo vivido, lo comido y lo bebido. No reproduciré aquí el contenido de mi ponencia, pero sí, a guisa de decálogo, unos cuantos puntos sobre esa insufrible contaminación acústica a que nos someten a menudo a los sufridos clientes.
En este sentido, ganaríamos calidad de vida y ellos calidad de servicio, si:

  • incorporasen un silenciador al molinillo de café,
  • abolieran el tubo de vapor que emite un ruido agudo ensordecedor al calentar (hasta temperaturas tórridas) leche para un cortado,
  • se dieran un golpe de idéntica intensidad en el menisco cada vez que golpean el mango del café contra el cajón del poso,
  • saltara el magnotetérmico cuando funcionan el molinillo, el tubo de vapor y el extractor al unísono,
  • se quedara la pantalla en blanco (y negro) cuando estás conversando tranquilamente y se sobrepone el volumen del televisor (sea fútbol o telediario, da igual),
  • ya en el comedor, te avisaran que vas a tener que compartir espacio con un simpático grupo de maestras/os despidiéndose del trimestre (del año, del curso, o de lo que sea),
  • o con una feliz despedida de solteros/as, que te impide cualquier intento de intimidad,
  • o con una familia convencional, numerosa, tres generaciones, hablando sin parar, todos contra todos,
  • te advirtiesen que la ventana con vistas al campo está pegada a una carretera por donde transitan alternativamente quads, motos de trial y camiones de gran tonelaje,
  • en fin, el maître no intentara imponer su mando cantando a grito pelado los vales en tono imperativo a la que traspasa la puerta (no insonorizada) del comedor.
¿Tan difícil es velar por la confortabilidad del cliente? Queda mucho por mejorar...más allá del tabaco.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Quantes veritats!

Gràcies Pep per mantenir viva la gastronomia.

Clara Antúnez

Pep Palau dijo...

Gràcies, Clara!

starbase dijo...

En els darrers anys m'he tornat més exigent amb el volum del soroll que m'envolta. Probablement perque les migranyes que de tant en tant m'assalten m'han fet ser més conscient del tema.

I és veritat que els bars són habitualment llocs acústicament agresius.
De fet, els bars que més m'agraden i on he acabant decidint anar més sovint són aquells on el comfort no s'acaba a la cadira i la qualitat del cafè.

Una bona reflexió que trobo molt adient. La comparteixo. Tot i que correm el risc que ens acusin de finolis i de voler trencar amb el que històricament han estat els bars i restaurants. No m'importa, els sorolls em fan venir mal de cap.

Una salutació.

Pep Palau dijo...

Si és per aconseguir una millor qualitat de vida als bars i restaurants, no tinc cap inconvenient amb trencar amb la tradició del soroll, el fum i les males olors. Cal primar les bones pràctiques i no a l'inversa.

salut!